lunes, 19 de febrero de 2018

El fantasma inexperto


¿Qué haces aquí? dije.

Dejó caer sus manos y cesó de decir “Uhh”. Y allí se erguía, torpe y avergonzado, el fantasma de un joven débil, simple e indeciso.

Estoy de ronda dijo.

No tienes nada que hacer aquí dije en tono tranquilo.

Soy un fantasma dijo a modo de justificación.

Puede ser, pero no tienes por qué rondar por aquí. Éste es un club privado, respetable; aquí vienen con frecuencia personas con niñeras y niños, y como andas con tanto descuido, algún pobre niño te puede encontrar y asustarse horriblemente. Supongo que no has reparado en ello.

No, señor dijo.

Pues deberías haberlo hecho. ¿No tendrás alguna justificación para venir aquí, verdad? Haber sido asesinado en el club o algo parecido.

No, señor; pero pensé que como era un edificio viejo y tenía paredes de roble…

Eso es una excusa dije, mirándole fijamente. Es un error haber venido aquí continué en un tono de superioridad amistosa. Hice como que buscaba mis cerillas y luego lo miré con franqueza. Si yo fuera tú, no esperaría al canto del gallo… me desvanecería al instante.

Pareció aturdirse.

Es que, señor… comenzó.

Me desvanecería repetí, dándole a entender que regresara a su mundo.

Es que, señor, por alguna razón, no puedo.

¿Que no puedes?

No, señor. Hay algo que he olvidado. He estado vagando por aquí desde medianoche, ocultándome en los armarios de los dormitorios vacíos y en lugares parecidos. Estoy confundido. Nunca antes había salido a rondar y esta situación me desconcierta.

¿Te desconcierta?

Sí, señor. He intentado hacerlo varias veces, pero no lo he conseguido. Hay algo que se me ha ido de la memoria y no puedo volver.

Esto me impresionó profundamente. Me miraba con tanta humildad que por nada del mundo habría mantenido yo el tono tan agresivo que había adoptado.

Es extraño dije, y mientras hablaba imaginé oír a alguien que se movía por abajo. Ven a mi cuarto y cuéntame algo más sobre el asunto yo, por supuesto, no entendía nada.

Intenté cogerle del brazo, pero, evidentemente, era como intentar coger un soplo de humo. Había olvidado mi número, me parece. De cualquier forma, recuerdo haber entrado en varios dormitorios fue una suerte que yo fuera el único que se encontraba en esa ala hasta que al fin vi mis cosas.

Ya estamos dije, y me senté en el sillón. Siéntate y cuéntamelo todo. Me parece que te has metido en un buen lío, amigo.

Bueno, el fantasma dijo que no quería sentarse y que prefería ir y venir por la habitación, si yo no tenía inconveniente. Así lo hizo y en un instante nos vimos sumidos en una conversación larga y seria. En ese momento, los efluvios de los whiskies y del soda se desvanecieron y empecé a tomar conciencia del extraordinario y fantástico asunto en que estaba metido. Allí estaba, semitransparente, el fantasma convencional, silencioso excepto cuando emitía su voz fantasmal, revoloteando de aquí para allá, en aquel dormitorio viejo, limpio, agradable y tapizado de quimón. Se podía ver, a través de él, la tenue luz de las palmatorias de cobre, el resplandor de los guardafuegos de bronce y las esquinas de los grabados enmarcados en la pared; y allí estaba él, contándome su desdichada y corta vida, que acababa de concluir en la tierra. No tenía una cara especialmente honesta, pero, al ser transparente, no podía eludir decir la verdad”.

Fragmento 

jueves, 15 de febrero de 2018

Retablo de las Maravillas


“(Salen CHANFALLA y la CHIRINOS)

CHANFALLA. No se te pasen de la memoria, Chirinos, mis advertimientos, principalmente los que te he dado para este nuevo embuste […].

CHIRINOS. Chanfalla ilustre, lo que en mí fuere tenlo como de molde; que tanta memoria tengo como entendimiento, a quien se junta una voluntad de acertar a satisfacerte, que excede a las demás potencias; pero dime: ¿de qué te sirve este Rabelín que hemos tomado? Nosotros dos solos, ¿no pudiéramos salir con esta empresa?

CHANFALLA. Habíamosle menester como el pan de la boca, para tocar en los espacios que tardaren en salir las figuras del Retablo de las Maravillas.
CHIRINOS. Maravilla será si no nos apedrean por sólo el Rabelín, porque tan desventurada criaturilla no la he visto en todos los días de mi vida.

(Entra el RABELÍN.)

RABELÍN. ¿Hase de hacer algo en este pueblo, señor Autor? Que ya me muero porque vuestra merced vea que no me tomó a carga cerrada.

CHIRINOS. Cuatro cuerpos de los vuestros no harán un tercio, cuanto más una carga. Si no sois más gran músico que grande, medrados estamos.

RABELÍN. Ello dirá; que en verdad que me han escrito para entrar en una compañía de partes, por chico que soy.

CHANFALLA. Si os han de dar la parte a medida del cuerpo, casi será invisible. Chirinos, poco a poco estamos ya en el pueblo, y éstos que aquí vienen deben de ser, como lo son sin duda, el Gobernador y los Alcaldes. Salgámosles al encuentro, y date un filo a la lengua en la piedra de la adulación; pero no despuntes de aguda.

(Salen el GOBERNADOR y BENITO REPOLLO, alcalde, JUAN CASTRADO, regidor, y PEDRO CAPACHO, escribano.)

Beso a vuestras mercedes las manos. ¿Quién de vuestras mercedes es el Gobernador de este pueblo?
GOBERNADOR. Yo soy el Gobernador. ¿Qué es lo que queréis, buen hombre?

CHANFALLA. A tener yo dos onzas de entendimiento, hubiera echado de ver que esa peripatética y anchurosa presencia no podía ser de otro que del dignísimo Gobernador deste honrado pueblo, que, con venirlo a ser de las Algarrobillas, los deseche vuestra merced.

CHIRINOS. En vida de la señora y de los señoritos, si es que el señor Gobernador los tiene.

CAPACHO. No es casado el señor Gobernador.

CHIRINOS. Para cuando lo sea, que no se perderá nada.

GOBERNADOR. Y bien, ¿qué es lo que queréis, hombre honrado?

CHIRINOS. Honrados días viva vuestra merced, que así nos honra. En fin, la encina da bellotas; el pero, peras; la parra, uvas, y el honrado, honra, sin poder hacer otra cosa.

BENITO. Sentencia ciceronianca, sin quitar ni poner un punto.

CAPACHO. Ciceroniana quiso decir el señor alcalde Benito Repollo.

BENITO. Siempre quiero decir lo que es mejor, sino que las más veces no acierto. En fin, buen hombre, ¿qué queréis?

CHANFALLA. Yo, señores míos, soy Montiel, el que trae el Retablo de las Maravillas. Hanme enviado a llamar de la corte los señores cofrades de los hospitales, porque no hay autor de comedias en ella, y perecen los hospitales, y con mi ida se remediará todo.

GOBERNADOR. ¿Y qué quiere decir Retablo de las Maravillas?

CHANFALLA. Por las maravillosas cosas que en él se enseñan y muestran, viene a ser llamado Retablo de las Maravillas; el cual fabricó y compuso el sabio Tontonelo debajo de tales paralelos, rumbos, astros y estrellas, con tales puntos, caracteres y observaciones, que ninguno puede ver las cosas que en él se muestran, que tenga alguna raza de confeso, o no sea habido y procreado de sus padres de legítimo matrimonio; y el que fuere contagiado destas dos tan usadas enfermedades, despídase de ver las cosas, jamás vistas ni oídas, de mi retablo”.


Fragmento