I
De las
obligaciones y los sacrificios
“Las obligaciones no se hacen por cumplimiento del deber, sino
porque su descuido haría que el hombre no se sintiese satisfecho. Un hombre
cumple sólo un deber ‒el deber
de lograr su satisfacción personal, el deber de hacerse agradable a sí mismo‒. Si puede realizar cumplidamente este
único deber ayudando a su prójimo, lo hará; si puede cumplidamente realizarlo
engañando a su prójimo, lo hará asimismo. Pero siempre busca el motivo número
uno, primero; los efectos sobre los otros son un asunto secundario. Los hombres
aseguran sacrificarse, pero es esta una cosa que en el sentido corriente de la
palabra no existe y no ha existido nunca. Un hombre cree con frecuencia que se
está sacrificando por algún otro, pero se equivoca; su impulso profundo es
satisfacer un requerimiento de su naturaleza, costumbres y medio ambiente, y
con ello proporcionarse paz espiritual. […]
II
La
insolvencia de todo fanatismo
Desde la cuna a la tumba, en todas las horas de vigilia el ser
humano está en continua experiencia de influencias. En un primerísimo puesto
entre estas está la asociación. Es la proximidad de los otros hombres que le
rodean, lo que influencia su mente y sus sentimientos, la que le da sus
ideales, la que le sitúa en el camino a seguir y le mantiene en él. Si abandona
este camino se encontrará despreciado por aquellas gentes a quienes más ama y
estima y cuya opinión valoriza más. Es un camaleón; por ley de su naturaleza
toma el color del lugar donde habita. Las influencias que le rodean crean sus
preferencias, aversiones, política, gustos, moral y religión. No crea ninguna
de estas cosas por sí mismo. Lo cree así, pero es porque no ha reflexionado
sobre esta cuestión.
¿Habéis visto presbiterianos? ¿Por qué
motivo han llegado a ser presbiterianos y no congregacionistas? ¿Y por qué los
congregacionistas no son bautistas, y los bautistas católicos, y los católicos
budistas, y los budistas cuáqueros y los cuáqueros episcopalianos, y los
episcopalianos milleritas, y los milleritas hindús, y los hindús ateos, y los
ateos espiritistas, y los espiritistas agnósticos, y los agnósticos metodistas,
y los metodistas confucianos, y los confucianos unitarios, y los unitarios
mahometanos, y los mahometanos del Ejército de Salvación, y los del Ejército de
Salvación adoradores de Zoroastro y los de Zoroastro de la Ciencia Cristiana, y
los de la Ciencia Cristiana mormones, y así sucesivamente? […]
Esta lista de sectas no es una
relación de estudios, investigaciones y búsquedas de la verdad; principalmente
(y sarcásticamente) ponen de manifiesto lo que puede hacer la asociación. Si
conocéis la nacionalidad de un hombre podéis adivinar con un mínimo muy escaso
de error la naturaleza de su religión. […] Y cuando conocéis la naturaleza de
la religión del individuo, sabéis qué clase de libros religiosos lee cuando
desea más instrucción y qué clase de libros procura no leer, para evitar el
adquirir, aunque fuera casualmente, más conocimientos de los que quiere. […]
Constantemente estamos oyendo hablar de gentes que andan a la búsqueda de la
Verdad. Nunca he encontrado un solo ejemplar (permanente). Creo que no ha
existido jamás. Pero he conocido a varios individuos, completamente sinceros,
que creían ser unos (permanentes) buscadores de la Verdad. Buscaron con
aplicación, persistencia y cuidado, con cautela y profundidad, con un criterio
honesto y preciso, hasta que creyeron que sin duda ni vacilación alguna habían
encontrado la Verdad. Este fue el fin de la investigación. Estos hombres
pasaron el resto de su vida recogiendo maderas con las cuales proteger su
Verdad de las inclemencias del tiempo. Si un hombre andaba buscando la Verdad
en política la encontró en uno de los cien evangelios políticos que gobiernan
al hombre en la tierra; si buscaba la Única Religión Verdadera, la encontró en
una u otra de las tres mil que existen en el mercado. En todo caso, cuando dio con
la verdad, ya no buscó más, sino que a partir de ese día con el soldador en una
mano y un garrote en la otra, remendó sus grietas y discutió con sus enemigos.
Ha habido innumerables investigadores temporales de la Verdad. ¿Pero habéis
oído de alguno permanente? Dada la naturaleza del hombre es imposible que
exista tal persona”.
Fragmento